domingo, 2 de marzo de 2014

Paez Vilaró, en pleno carnaval.



Hoy es domingo de carnaval, ritual milenario si los hay, fiesta en casi todo el mundo. 

Esta celebración está asociada a la necesidad de liberación humana, por eso los colores, el baile, la música, las máscaras que permiten por un instante el cambio de identidad. En cada región encontramos variantes: en algunos sitios la música predomina sobre el tumulto, en otros los disfraces. Sofisticado en Venecia, descontrolado en Bolivia, televisado en Brasil, fraternal en Uruguay.


Esa esquina sudamericana tiene ese "no se que" que lleva su gente en las venas. Y es que algo que ha caracterizado al gen uruguayo a lo largo de la historia latinoamericana, es el ser tan simple como culto. Esto ha influenciado para que sus pintores sean geniales.


Esta semana se nos fue un artista rioplatense, "entre los ríos" como decía él, para definirse tan uruguayo como argentino.

Carlos Páez Vilaró, se ha entregado a la pintura, escultura, cerámica, cine y literatura con tanta pasión que dejó en cada una, profundas señales. Insurgente e innovador, sus soportes pictóricos han escapado del bastidor para alcanzar el muro, decenas de cartones y tambores de comparsas.

Alejado de los formatos y marcos clásicos, él mismo ha levantado y moldeado su propia casa-taller en Casapueblo con unas vistas inspiradoras tal vez de tantos soles, construyendo así su "escultura habitable" sobre los acantilados de Punta Ballena. Esta obra de arte arquitectónica, de trazos orgánicos y mediterráneos funciona actualmente como un museo-taller.


Museo-Taller de Casapueblo. Entidad cultural fundada por el maestro, enclavada en los acantilados que miran al mar de Punta Ballena en Uruguay.























Su experiencia traspasó fronteras y cada viaje formó parte de su proceso creativo. 

La etapa argentina sembró escenas camperas, pericones y caballadas. 

Inquieto y carnavalero, la vida del negro uruguayo invadió sus obras y tiempo después pisó todos aquellos países con fuerte influencia africana plasmando lavanderas, velorios, mercados y bailongos.


Una de sus últimas obras: mural para el MercadoAgrícola en Montevideo. 


En su "época de ruptura" de finales de los ´50 ya se ve el roce cubista tal vez provocado por sus encuentros con Pablo Picasso.

Pero lejos estoy de poder rotularlo. Páez Vilaró es popular, latinoamericano y buscador nato de su propio estilo.

Por estos días, su espíritu candombero e infatigable seguramente se oye en las voces del carnaval, vibra en sus obras pictóricas y murgas, y permanece en cada puesta de sol, allá por el atlántico sur.

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